2024 ha sido el año más cálido jamás registrado, superando en 1,55°C los niveles preindustriales, según la Organización Meteorológica Mundial. Los fenómenos meteorológicos extremos se multiplican y el nivel del mar sube a un ritmo alarmante, evidenciando que la descarbonización ya no es una opción, sino una urgencia global. Ante esta realidad, muchas entidades públicas y privadas están acelerando sus estrategias para disminuir las emisiones de carbono. Dichas organizaciones buscan, a través de la transición energética, impulsar una economía baja en emisiones que nos permita alcanzar la neutralidad climática. Ante las exigencias europeas e
Si algo quedó claro tras concluir el ciclo electoral que cerramos el pasado año es que para los distintos actores que conforman la política internacional aún existen debates sobre consensos en materia ambiental que ya creíamos superados. Aún con todas las dudas, con la perspectiva que otorga el paso de los meses, vemos que se empiezan a disipar algunos de los interrogantes sobre el futuro de la Transición Ecológica para los próximos años. En el caso de Europa, las estrategias ambientales se elevan directamente a formar parte de la política industrial. Tras lo adelantado en el documento conocido como Brújula para la competitividad de la U