“Descarbonizar sin perder el pulso industrial: los desafíos de la siderurgia vasca”

Asier San Millán, director general de Siderex

Asier San Millán, director general de Siderex.

Hablar de la siderurgia en Euskadi es hablar de identidad, historia económica y motor industrial. Durante décadas lleva generando empleo, riqueza y proyección internacional. Sin embargo, hoy atraviesa un proceso de transformación, marcado por la competencia global, el exceso de capacidad mundial, el ámbito medioambiental, la actual coyuntura arancelaria y el ámbito energético.

Uno de los temas que sin lugar a duda va a ser recordado en el 2025 es la decisión de la administración Trump de imponer un arancel del 50% al acero (y sus derivados) europeo. Esta medida ha alterado la estrategia de muchas empresas y ha abierto dos frentes: la pérdida de competitividad en EE.UU. y el riesgo de que terceros productores asiáticos, principalmente China, desvíen su exceso de oferta al mercado europeo, desequilibrando precios. En un sector que factura unos 5.400 millones de euros, exporta el 60% de su producción y emplea a 20.000 personas directamente, la incertidumbre es un factor muy importante.

A ello, se suma la lentitud de la Unión Europea frente a la toma de decisiones rápidas, así como la desigualdad regulatoria: Europa es líder en sostenibilidad y descarbonización, pero compite con otros mercados con normas laxas. Las empresas comparten la necesidad de abordar el cambio climático, aunque reclaman una transición justa y realista.

En el plano interno, la siderurgia vasca afronta diferentes grandes retos: uno de ellos es la energía. Insumo más caro que el de nuestros competidores europeos. Además, si se quiere potenciar la descarbonización de la industria vía electrificación, además de si queremos seguir creciendo industrialmente, necesitamos dotar a los diferentes núcleos de suficiente infraestructura y potencia para producir.
 
A pesar de ello, el sector no se detiene. Avanza en digitalización, inteligencia artificial, automatización y proyectos de I+D+i para reducir emisiones, mejorar el reciclaje o incorporar hidrógeno verde en sus procesos productivos. Otro desafío clave es el talento. La siderurgia arrastra una imagen de sector ‘antiguo’, lo que dificulta atraer a jóvenes, pese a que hoy es un ámbito tecnológicamente avanzado. 

El futuro de la siderurgia vasca dependerá de la acción coordinada entre empresas, instituciones y Europa. Se necesita visión estratégica, inversiones en infraestructuras energéticas, apoyo a la innovación y políticas que equilibren la competencia global.

El acero no es solo un legado histórico: es imprescindible para sectores como el de las energías renovables, movilidad, infraestructuras y el tejido industrial. Además, el sector siderúrgico es una parte esencial de la identidad y del futuro económico de Euskadi.

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