Europa vive un momento de elevada incertidumbre, también en sus mercados energéticos. Una situación que ha obligado a tomar medidas excepcionales y que ha mostrado la vulnerabilidad que supone una alta dependencia energética exterior para las sociedades industriales. Euskadi ha tomado el pulso a la situación y, gracias a una política energética que durante cuatro décadas ha trabajado la eficiencia energética y la diversificación de fuentes de abastecimiento y su origen, ha podido capear el temporal con un más que aceptable cumplimiento de los objetivos fijados. El invierno avanza y aunque los peores augurios sobre el suministro de energía no
Si algún tema ha merecido el foco social, económico y ambiental en el año 2022, ese ha sido la energía. La invasión de Ucrania tuvo una repercusión inmediata en los precios del petróleo, del gas y de la factura eléctrica, y colocó a familias y a empresas en una difícil situación. La energía representa un tercio de los costes de producción de nuestras empresas, llegando incluso al 50%, con el impacto que ello representa en sus cuentas de resultados y en nuestra economía. Repercusión que también afecta a las familias que ven mermado su poder adquisitivo y comprometido su bienestar. La subida de precios y la amenaza de una crisis de suministro