Se acaba de conocer el proyecto de presupuestos para el próximo año. Unas cuentas que intentan aportar algo de certidumbre en un panorama incierto a nivel global y en un contexto de desaceleración. Pero, aún así, en el caso vasco, la situación de partida no es dramática: se estima que el PIB de Euskadi recuperará este año todo lo perdido durante la pandemia, alcanzando los 84.000 millones de euros; el crecimiento será del 4,3% y del 2,1% para 2023; y este ejercicio la inversión en I+D llegará al 2,2% sobre el PIB, situándonos en la media europea. En este escenario, las cuentas vascas del próximo ejercicio superarán, por primera vez, los 14.00
Si en enero de 2020 nos hubieran dicho que, casi tres años después, Gipuzkoa tendría un 7% de paro, rondaría los máximos de afiliación a la Seguridad Social, exportaría más que nunca o mejoraría la actividad industrial de 2019, que fue un año fantástico, seguramente catalogaríamos los datos de bastante positivos. Si, además de eso, nos dijeran que esas cifras llegarían después de una pandemia mundial sin precedentes que frenó en seco la economía global, afectando gravemente a la cadena de suministro, y a la que se concatenaría la primera guerra del siglo en territorio europeo, las calificaríamos de muy meritorias.¿Debe eso llevarnos al triunf