Repetimos una y otra vez que es imprescindible saber de dónde venimos para poder afrontar el futuro con garantías. Pero esta afirmación, en apariencia tan indiscutible, se ha truncado en varias ocasiones en los últimos años. La pandemia nos demostró que las fórmulas habituales no servían. Cuando al fin parecía que salíamos de la crisis sanitaria, nos vimos envueltos en las consecuencias de una guerra. La invasión de Rusia sobre Ucrania, nos ha vuelto a tensionar, y ha vuelto a generar una crisis que estamos tratando de superar. Situaciones que no conocíamos nos han obligado a buscar nuevas soluciones.Lo que se ha mantenido firme en estos años
De acuerdo al concepto acuñado por Clayton Christensen, al pensar en innovación disruptiva nos referimos a las tecnologías o modelos que traen consigo cambios drásticos en el mercado. La innovación disruptiva se diferencia de la innovación incremental en su capacidad para generar productos y servicios radicalmente nuevos, a menudo basados en descubrimientos científicos o avances tecnológicos, que pueden transformar los mercados y generar nuevas oportunidades. Estas innovaciones, por el cambio de paradigma que suponen y la amenaza al modo de hacer habitual, se pueden impulsar de forma más efectiva a través de la creación de startups. Se trata