Corren malos tiempos para la cultura. Y para todos, me dirán. Para casi todos, accedo. Pero concretemos. Cuando hablamos de ‘cultura’, ¿a qué nos referimos? Y, si prescindimos de la ‘cultura’, ¿a qué renunciamos? La RAE ofrece varias acepciones para el término Cultura, pero para este caso tomaremos dos. La primera se refiere a lo colectivo: Conjunto de modos de vida y costumbres, conocimientos y grado de desarrollo artístico, científico, industrial, en una época, grupo social, etc. Aquí es donde nos queremos reconocer como sociedad, ¿no?. Con un alto grado de desarrollo artístico, científico, industrial, todo en su conjunto. Una sociedad ‘a
En primer lugar, habría que destacar la particularidad del producto. La labor de un teatro es entregar a su público un objeto delicado, inmaterial, sin envasar ni etiquetar, que además, es un bien a disfrutar en vivo y en directo, con un contenido artístico y cuya valoración es siempre personal y subjetiva. Además, cada función, o como nos gusta decir a nosotros, cada bolo, resultará siempre diferente de un día para otro y es de forma individualizada que cada miembro del público tiende a valorar si ha sido una buena o mala experiencia. Por ello, la gestión de un teatro no puede perder la perspectiva del cuidado del producto, según estas pre