Nubes y claros aparecen en el cielo económico vasco en este otoño anticipado. Ya nos fuimos de vacaciones con varios signos de preocupación y a la vuelta se han confirmado y, en algunos casos, ampliado. En este punto, más allá de apoyar y animar los esfuerzos por solucionar estas cuestiones puntuales, hay que volver a cuestionarse sobre las estrategias a más largo plazo. Ya hablamos en este espacio de lo acertado del Plan de Industrialización, pero sería bueno complementarlo con otras iniciativas, tal como hace no mucho apuntaba el informe de competitividad de Orkestra, o aprovechando la anunciada reforma fiscal. Además, estas situaciones actuales plantean una cuestión clave en esta coyuntura: ¿qué es más adecuado o acertado, que las instituciones dediquen esfuerzos y recursos a crear nuevos empresas o que se invierta en sostener artificialmente puestos de trabajo en compañías en dificultades? La respuesta se vuelve obvia, pero no es tan sencilla de llevar a la práctica como parece, porque la consecuencia no es inmediata. Aunque también hay que constatar que algunas cosas se están haciendo bien, como lo demuestra lo que ocurre en Mercedes-Benz de Vitoria, una multinacional que sigue confiando en Euskadi y que va a realizar 1.350 contratos indefinidos. De todas formas, no va a ser fácil recuperar ese tejido industrial que se ha destruido durante la crisis. Y eso es lo importante: que haya nuevas empresas que sustituyan a las que se cierran; que no se pare la rueda.