En una travesía tan importante es mantener el rumbo correcto, para alcanzar el puerto de llegada, como el ritmo de navegación, para hacerlo a tiempo. Hemos conocido recientemente la evolución de la economía vasca en el segundo trimestre del año. Un crecimiento interanual del 3,2%, con un aporte importante de todos los sectores, incluida la construcción por primera vez en mucho tiempo; con una demanda interna potente, tanto en consumo como en inversión; y con el empleo creciendo en todos los sectores, aunque no en la construcción. En definitiva, un rumbo que se ha enderezado y a un ritmo sostenido, quizás no muy alto, pero sin pausas. Cuando
Transcurridas las elecciones al Parlamento Vasco, y a la espera de la formación del nuevo Gobierno en Euskadi, lo primero que podemos decir es que una de nuestras principales reivindicaciones se ha cumplido. La posibilidad de que la política vasca se contagiara de la incertidumbre de Madrid nos preocupaba, porque la salida de la crisis no espera. Y todo lo que añada dudas a un panorama económico todavía incierto lejos de ayudar, perjudica. Finalmente, la sociedad vasca ha hablado, y parece que ese riesgo queda definitivamente conjurado. La estabilidad en Euskadi, en gran medida sustentada por la cultura del pacto y el diálogo entre diferen