La economía colaborativa es un fenómeno imparable que, en particular, ha tenido gran acogida en nuestro país, quizás potenciado por la crisis económica. La sociedad moderna se va haciendo cada vez más adicta al uso de las plataformas digitales que nos permiten conectar una oferta y una demanda y conseguir lo que necesitamos unos de otros (y no de los proveedores tradicionales) en múltiples sectores (como, por ejemplo, inmobiliario, transportes, compra y alquiler de todo tipo de artículos de segunda mano, tecnología, servicios turísticos, de parking, de profesorado, e incluso préstamos entre particulares y otros servicios financieros) y con
2016 fue un año mejor de lo esperado: mayor crecimiento y más creación de empleo. Tal y como adelantamos en otoño, cerramos el año, por fin, recuperando el PIB anterior a la ‘gran recesión’. Sin embargo, la intensidad de la crisis, la globalización de los problemas y la alta diversificación del actual tejido productivo impide realizar un único balance: como decimos habitualmente, la crisis va por barrios. Para empezar, hemos recuperado el nivel de riqueza, pero han hecho falta 8 años para volver al punto anterior a la crisis. Otros países lo hicieron mucho antes: Estados Unidos recuperó su nivel previo en 2011, lo mismo que Alemania y Fran