La irrupción de la pandemia provocó un auténtico tsunami en el ámbito de la salud y seguridad en el trabajo. A los riesgos tradicionales se sumaba la afección del virus. Tanto desde las instituciones como desde las mutuas y los servicios de prevención se pusieron en marcha protocolos para asegurar la protección de los trabajadores, muchos de los cuales debieron permanecer en sus puestos, cumpliendo actividades esenciales, mientras otro gran porcentaje hubo de cumplir sus tareas en remoto, desde casa. En su 25 aniversario, la Ley de Prevención de Riesgos Laborales se enfrentó a su auténtica ‘prueba del algodón’.El 2020 ha sido calificado por
De un día para otro, la pandemia obligó a las empresas a acelerar sus planes de digitalización, convirtiendo las oficinas en tablets, portátiles y teléfonos móviles, evidenciando que la implantación del trabajo en remoto llegaba para quedarse. Obligó asimismo a cerrar las aulas y a activar de manera generalizada la formación online. Puso de manifiesto la necesidad de nuevos perfiles profesionales y el valor del talento. Aceleró las bases para la implantación de planes de igualdad, participación y conciliación en las organizaciones. Puso la gestión de los recursos humanos en la órbita de una nueva realidad. Dejó también muchos damnificados p