El hidrógeno, que ha sido también utilizado por la NASA en varias misiones espaciales, ha sido identificado desde instancias internacionales como un elemento imprescindible para la transición energética hacia una economía neutra en emisiones. Por un lado, puede almacenarse a largo plazo y en grandes cantidades, lo que facilita la integración masiva de las energías renovables en el sistema energético al poder acoplar generación y consumo. Al mismo tiempo, posibilita el transporte de la energía sin utilización de la red eléctrica. Además, no tiene emisiones de efecto invernadero asociadas a su uso por lo que, si es producido a partir de fuen
Adía de hoy, el planeta y la economía siguen siendo muy dependientes de los combustibles fósiles: petróleo, carbón y gas natural. Sin embargo, se prevé que en 2050 se pueda crear un sistema energético 100% renovable, o al menos ese es el objetivo fijado por el Gobierno español, más ambicioso que el de la Unión Europea (UE), que ha marcado una cuota mínima del 32% en el consumo final de energía para 2030. Las energías verdes que se están generando actualmente, fundamentalmente eólica, solar e hidroeléctrica, convivirán, además, con otras nuevas fuentes renovables como las pilas de hidrógeno, las pinturas fotovoltaicas o la antimateria. Y, p