Euskadi ha sido tradicionalmente un país industrial. Hemos sabido fabricar productos relacionados con lo que teníamos más a mano, el mineral de hierro, y hacerlo con una calidad internacionalmente reconocida. Las ferrerías dan testimonio de que esta característica no es cuestión de unos pocos años, sino de generaciones. Y si nuestra economía ha mantenido su carácter industrial durante los siglos es porque hemos sabido adaptarnos a cada nuevo adelanto, a cada nueva transformación, a cada nueva revolución y, también, a cada nueva crisis. Ahora, estamos inmersos de lleno en la cuarta revolución industrial. Una transformación más global que, en
La competitividad se ha erigido en uno de los factores determinantes de las políticas económicas de cualquier modelo productivo con un marcado carácter multisectorial. A ello se une la innovación como un potente instrumento que nos introduce, entre otros, en ese complejo mundo de una economía basada en el conocimiento, la transformación científico - tecnológica en innovación productiva y cualquier actividad que conlleve procesos disruptivos, incrementales… Finalmente existe una premisa básica que se vincula con los dos conceptos anteriores y se sustenta en el capital humano e intelectual necesario para desarrollar la mencionada innovación