Hace unos días conocimos que la economía vasca caía en junio un 19,5%, y se prevé cerrar el año con más del 10% de bajada. Una contracción del PIB a consecuencia del covid que muestra la profundidad de la crisis en la que nos encontramos. Un auténtico jarro de agua fría que, no por esperado, nos ha puesto frente a la crudeza de la situación. En este escenario, las instituciones ultiman un Plan de Reconstrucción, que movilizará 10.000 millones de euros para incentivar el desarrollo empresarial y que prevé recuperar todo el empleo perdido. Y todo ello, con el objetivo de que Euskadi continúe siendo un país industrial. Los mensajes son claros: apoyos a las empresas competitivas y ayudas para adaptarse a la nueva situación. Por ello, en este contexto cobran especial importancia dos recientes iniciativas empresariales, tanto por el efecto tractor de las mismas como por el mensaje de optimismo que trasladan. La decisión de Iberdrola de instalar en Bilbao su centro mundial de innovación en redes inteligentes y la de Petronor-Repsol, de ubicar en el Puerto de Bilbao una de las mayores plantas mundiales de producción de combustibles sintéticos a partir de hidrógeno verde. Son dos apuestas por continuar haciendo de Euskadi un referente energético a nivel internacional. Son dos ejemplos de empresas que mantienen sus inversiones. Y son dos inyecciones de moral que vienen muy bien en estos tiempos.