Resulta inevitable arrancar esta reflexión anual mencionando el hecho más destacado acaecido en el año 2020 y que más incidencia ha tenido en la evolución económica y en el sector energético: la pandemia del covid-19. Las repercusiones en la actividad han sido tan relevantes que, sin lugar a dudas, se tardará muchos años en olvidar su impacto y otros tantos en lograr superarlo ya que algunos de sus efectos podrían traspasar la barrera de lo coyuntural, llegando incluso a tener consecuencias estructurales. En efecto, la energía no ha sido ajena a esta convulsión que ha propiciado descensos muy importantes en el consumo energético mundial. La
El sector energético está sumido en un ciclo de cambios profundos, llamados a alumbrar nuevos paradigmas que cimentarán su futuro para las próximas décadas. La transición entre un modelo basado fundamentalmente en la energía fósil y otro más sostenible y descarbonizado que desemboque en el cumplimiento del objetivo de neutralidad climática en 2050 requiere de una hoja de ruta colaborativa y creíble, acompasada en el tiempo por la realidad, y debe abordarse salvaguardando una posición de fortaleza tecno-industrial a nivel europeo. En ese contexto, al País Vasco le corresponde dar continuidad al liderazgo que tradicionalmente ha ejercido en l
