La Unión Europea fue una respuesta exitosa a los conflictos que propiciaron dos guerras en la primera mitad del siglo XX. La gestión común del carbón y el acero entre enemigos íntimos que acababan de despedazarse en el campo de batalla, acabó con el riesgo de una nueva confrontación. Pero, además, puso en marcha un proceso innovador que ha convertido el espacio europeo en una referencia mundial de estabilidad, democracia y derechos sociales. Hoy estamos en una encrucijada semejante. Los grandes asuntos a resolver son de otra naturaleza, pero son igualmente complejos y globales. Generan incertidumbre porque implican profundos cambios. Hoy s
El próximo 26 de mayo estamos llamados a participar en unas elecciones decisivas para el futuro de Europa, y, por tanto, el de todos y cada uno de nosotros y nosotras. Ante esta convocatoria electoral, son cuatro las decisiones implícitas. La primera es si ir a votar o quedarse en casa. Elegir, o que otros decidan nuestro futuro. Los jóvenes en Gran Bretaña subestimaron la participación política y ahora lamentan un Brexit que pudieron evitar y que va a condicionar sus vidas irremediablemente. El derecho al voto, a que cada persona decida sobre las instituciones que le gobiernan, es una gran conquista que hemos logrado con no pocos esfuerzos