“La inclusión como motor de la competitividad empresarial”

Mercedes Oleaga, técnica Sénior en Orkestra

Mercedes Oleaga, técnica Sénior en Orkestra.

La relevancia de la inclusión para el desarrollo territorial ha ganado protagonismo en el discurso de las entidades internacionales. Este concepto es multidimensional y abarca, entre otros aspectos, el género, la edad, la procedencia, y las diferentes habilidades de las personas.
La combinación de una población más envejecida y diversa tiene repercusiones significativas para el papel que desempeña la inclusión en la competitividad y el bienestar. En este escenario, en el que nos enfrentamos a desafíos críticos vinculados a las transformaciones demográficas y la falta de capital humano, resulta crucial comprender cómo los factores de competitividad se ven impactados por elementos como la inequidad de género, las interacciones entre generaciones o la incorporación de personas migrantes en la sociedad.
El Informe de Competitividad del País Vasco 2024 profundiza sobre los desafíos que enfrentamos para garantizar una competitividad inclusiva que pueda generar bienestar. Para ello hemos puesto el foco en las personas, que son las que en última instancia experimentan la desigualdad y la exclusión, pero también quienes pueden participar en la construcción de la competitividad y el bienestar en nuestro territorio.
Una de las principales conclusiones del estudio es que no estamos explotando las capacidades de todas las personas residentes en el País Vasco, especialmente las de las mujeres y las personas de origen extranjero. Esto sugiere la necesidad de eliminar las barreras a la inclusión de estos grupos en el mercado laboral, de manera acorde a sus habilidades y a las demandas del tejido productivo. Cuantas más personas se involucren en los procesos propios de construcción de la competitividad, más integrador será el beneficio que de ello resulte, maximizando las oportunidades que la diversidad genera. Como consecuencia de esta inclusión, tanto de género, como de las personas inmigrantes y de diversas edades, se incrementa la posibilidad de elevar los índices de actividad y solucionar los desafíos que las empresas enfrentan en el relevo generacional y en la búsqueda de talento. Esto genera un impacto positivo en las empresas y, además, fortalece la competitividad y el bienestar.
Para lograrlo, resulta clave adquirir conocimientos sobre cómo gestionar de manera eficaz la diversidad en nuestras empresas, y crear los liderazgos apropiados en estos entornos para capitalizar sus posibles ventajas para el rendimiento organizacional, la internacionalización y la innovación.
Ejemplos concretos de esta capitalización incluyen, por un lado, la integración de personas migrantes y jóvenes en sectores con problemas de atracción de talento. Y por otro, el aumento de la incorporación de la mujer a la industria. Estudios como el que ha realizado SPRI, y recogemos en el Informe de Competitividad, demuestran que aquellas empresas con mayor igualdad de género son más competitivas y presentan mejores resultados en términos de facturación y empleo, I+D+I e internacionalización.
Precisamente, nuestro análisis refleja que la innovación en las pequeñas y medianas empresas es un asunto estratégico debido a su papel crítico en la producción constante del tejido económico a medio y largo plazo. Es imprescindible seguir promoviendo la cultura de innovación, especialmente, enfocando los esfuerzos en las empresas de menor tamaño.
Los análisis efectuados nos llevan a concluir que es clave promover de manera activa la participación de todas las personas en los procesos de competitividad, aprovechando todas las capacidades existentes en nuestro territorio y fortaleciéndolas mediante la educación a lo largo de la vida. Esto implica para las empresas adquirir conocimientos sobre cómo gestionar la diversidad y generar liderazgos adecuados en entornos de diversidad. Así, no solo construiremos un tejido empresarial más competitivo, sino también una sociedad más justa y cohesionada.

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