Estos últimos días han sido prolijos en iniciativas relacionadas con la sostenibilidad. Ha finalizado la COP 27, que se ha celebrado en Sharm el-Sheij (Egipto) con más pena que gloria. Salvo el cierre de un acuerdo, sin muchas concreciones, para la creación de un fondo para los países más vulnerables ante el cambio climático. Pero no hubo medidas concretas ni objetivos tasados de cara a la eliminación del uso de los combustibles fósiles, ni recortes de las emisiones de gases de efecto invernadero, que fueron rechazadas por países como China, principal emisor del mundo. Una constatación de que todavía queda mucho trecho por recorrer. Unos pobres resultados que contrastan aún más con el fuerte compromiso que mantiene la industria vasca con la reducción de emisiones de gases de efecto invernadero, como quedó patente en la reciente cumbre sobre economía circular celebrada en Ficoba, en Irún. A lo que se suma la confirmación de la importancia estratégica de aplicar un modelo de economía circular para conseguir los objetivos marcados por el Europa Green Deal. Y de todo ello se habló en el último ESTRATEGIA Topagunea, que analizó la descarbonización de la energía y la economía circular, como las dos caras de la moneda de la sostenibilidad. Un encuentro que demostró cómo instituciones y empresas transitan un camino común a favor de la sostenibilidad.
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