Cuando se publicaba el número anterior de ‘Estrategia’ terminaba de cerrarse el acuerdo que va a permitir consolidar una destacada empresa industrial en Euskadi. Después de noticias preocupantes en torno a Guardian Glass y el cierre de su planta de Laudio, o las dificultades de Balenciaga, era importante consolidar el proyecto y el arraigo de Talgo. Una conjunción de intereses privados y públicos ha hecho posible que el consorcio liderado por Sidenor se haga con cerca del 30% del capital de la firma ferroviaria, convirtiéndose en su accionista de referencia. Se han unido un empresario con compromiso de país y vocación industrial con unas instituciones que apuestan por la industria con decisiones, además de con declaraciones. La industria es el motor económico de Euskadi y la fuente de nuestro bienestar, y consolidar una compañía tractora en su sector hace que el país se consolide como un referente internacional en el sector ferroviario.
Y esta operación cobra una especial importancia en un momento como el actual, especialmente complicado. El año 2024 se cerró, por primera vez en más de una década, con un descenso del 0,9% en la producción industrial, reflejando el debilitamiento de mercados clave, como Alemania o Francia. Una situación que confirma uno de los pesos pesados de la industria, el sector de la máquina-herramienta. Consiguió cerrar 2024 con facturación récord, pero su cartera de pedidos se ha desplomado un 23%, lo que anticipa una caída de ingresos este año. Asimismo, Elkargi ha constatado un descenso de las inversiones empresariales, especialmente de la industria. Y además, el empresariado vasco está preocupado por los efectos de las políticas proteccionistas y de una guerra arancelaria.
Por ello, garantizar proyectos como los de Talgo, la ampliación de Mercedes-Benz, los vinculados al Corredor Vasco del Hidrógeno o el superordenador cuántico de IBM son la mejor receta contra la incertidumbre internacional. Europa parece tenerlo claro y Euskadi también se alinea con la nueva reindustrialización.
