Fagor Arrasate ha arrancado 2022 con un excelente ritmo de captaciones en todos los sectores en los que opera. Así, ha logrado adjudicarse en el primer cuatrimestre del año un total de 26 nuevos proyectos por valor de 102 millones de euros. El director general de la compañía, Unai López Moñux, aseguró que 2022 empezó con “mejores perspectivas que 2021”, aunque insistió en que “no exento de incertidumbres debido al aumento de los riesgos para la recuperación global, que ya se prevé más débil de lo esperado y con grandes divergencias entre países”.
No obstante, desde Fagor Arrasate confían en que el cambio de tendencia iniciado en 2021 y el buen comportamiento del primer cuatrimestre de 2022 se consoliden. Así, para este ejercicio, la empresa prevé alcanzar una cifra de captación de nuevos pedidos de más de 190 millones de euros, un 20% superior a la de 2021. Y eso que el ejercicio pasado ya terminó siendo “ilusionante” con unas captaciones por valor de 160 millones de euros, un 70% superiores a las de 2020, un 8,5% superiores a las estimaciones y prácticamente ya en niveles prepandemia. La cifra de ventas del ejercicio 2021 fue de 126 millones de euros, todavía lastrada por el extraordinariamente bajo nivel de captaciones de 2020, con un Ebitda de 8,2 millones.

Países y áreas
Por regiones, en 2021 destacó el comportamiento de la zona geográfica Nafta, de donde proviene un tercio de las captaciones de Fagor Arrasate. También fue reseñable el de Turquía, país que está concentrando una importante actividad productiva de fabricantes y proveedores del sector de la automoción, y donde la firma ha conseguido contratos importantes que consolidan su presencia en el país. En el otro extremo de la balanza, el mercado alemán mantuvo un nivel de inversiones bajo.
Por otro lado, por áreas de actividad, destaca de forma muy positiva el comportamiento de la unidad de negocio de electrodomésticos, impulsada por la gran demanda del sector a nivel global derivada del covid-19. En automóvil, por su parte, resurgieron las iniciativas inversoras, impulsadas por la electrificación del sector, mientras que en siderurgia se reactivó “el apetito inversor de los clientes de la cadena de valor del acero y del aluminio, aunque lejos aún de los niveles prepandemia”.