En estos momentos, en que el contexto es tan volátil y muchas veces no se tiene claro el papel de cada eslabón de la cadena, es de agradecer que haya instituciones que mantienen el rumbo. En un sistema de economía de mercado, el eje central lo representan las empresas. Ellas son las generadoras de actividad, empleo, riqueza y recursos públicos para poder mantener el estado del bienestar del que disfrutamos. Las instituciones tienen que dotar de seguridad jurídica a estos agentes, al tiempo que fomentan, promocionan, impulsan y acompañan a las compañías. Ese ‘círculo virtuoso’ es el que posibilita un crecimiento sostenible y mantenido. No hay progreso sin industria. No hay calidad de vida sin la contribución de las empresas.
En nuestro entorno, las instituciones públicas vascas han mantenido su apuesta por la empresa y por la industria como base sobre la que poder edificar una sociedad avanzada. En momentos difíciles han establecido mecanismos de apoyo y han impulsado nuevas actividades, desde su papel anticíclico. Porque industria, I+D+i, inversión, diversificación, internacionalización, talento y competitividad son los componentes necesarios para poder afrontar con éxito la concatenación de crisis que nos ha tocado vivir.
En este camino se acaba de presentar el paquete de ayudas 2024 para las pymes. Superan los 600 millones de euros, distribuidos en más de 80 programas relacionados con la tecnología, la innovación, el emprendimiento, la digitalización, la industria avanzada, la transición energética, la internacionalización, el desarrollo rural o la sostenibilidad. Unos programas que priorizan los actuales desafíos y los nuevos vectores económicos que son la base del desarrollo y la mejor manera de encarar la incertidumbre que nos va a acompañar aún durante un tiempo. Y por la respuesta que tienen de las empresas, son muy bien recibidos por las compañías vascas que quieren mejorar su competitividad. Unos programas que son verdadera gasolina para el motor de nuestras pymes.