Cuando hablamos de responsabilidad social de las empresas, en una sociedad avanzada, esta debe entenderse como algo intrínseco a su actividad y no algo complementario. Si bien la rentabilidad económica ha sido la base de la sostenibilidad de un proyecto a corto y medio plazo, el impacto social que esta genera y la satisfacción de sus grupos de interés son fundamentales a largo plazo y debe ser la guía que oriente las decisiones estratégicas. Durante años, ha sido inevitable que el resultado económico haya sido uno de los retos principales de las estrategias de las empresas, también en las sociales. Lógicamente, del buen resultado empresaria
La responsabilidad social forma parte de la esencia y fisionomía de las empresas sociales. Nuestra naturaleza lleva implícita dicha responsabilidad social como eje para nuestra propia sostenibilidad. Si bien este concepto ha ido evolucionando a lo largo de los años, en la actualidad se vincula con el compromiso de generar valor, tanto a corto como a largo plazo, contribuyendo así de forma activa a la satisfacción de los grupos de interés de una organización, por un lado, y al progreso de la sociedad, por otro. Esto va más allá del mero cumplimiento de la normativa o de estrategias de marketing social. Implica realizar planteamientos estratégi