En los últimos compases del pasado siglo, cundió el pánico ante la posibilidad de que los PC sucumbieran ante el ahora legendario Y2K, lo que podría haber sumido nuestro mundo, tan dependiente de los ordenadores, en un caos total de forma casi instantánea. Aunque estuviéramos haciendo una montaña de un grano de arena, como así resultó ser, ahora nos debemos enfrentar a una consideración que necesita respuesta: el crecimiento exponencial en el volumen de los datos y cómo coparemos con ellos empresas, organizaciones e individuos. A diferencia de lo que sucedía con la amenaza del Y2K, esta explosión de datos no es un fenómeno ante el que quepa