La economía vasca crecerá el 4,3% en 2022 y el 2,1% en 2023, según las nuevas previsiones del Gobierno vasco

El Departamento de Economía y Hacienda presenta una revisión de las previsiones de crecimiento de la economía vasca. Foto: Irekia

Durante el segundo trimestre de este año varios shocks han sacudido una economía mundial ya debilitada por la pandemia. Primero, una inflación superior a lo previsto en todo el mundo. En muchas economías, la inflación en la primera mitad de 2022 ha sido la más alta desde la década de los 80, sobre todo en Estados Unidos y las principales economías europeas, y ha provocado el endurecimiento de las condiciones financieras. Segundo, una desaceleración mayor de lo previsto en China, consecuencia de los brotes de la covid-19 y los confinamientos, así como de la debilidad de su mercado inmobiliario. Y tercero, la invasión rusa a Ucrania, que está lastrando el crecimiento y ejerciendo una presión alcista adicional sobre los precios, sobre todo en el caso de los alimentos y la energía, y que está afectando a la confianza de las empresas y los consumidores. Por estos motivos, el Departamento de Economía y Hacienda ha realizado una revisión de las previsiones de crecimiento de la economía vasca, estimando un crecimiento del 4,3% para 2022 (previo 4,5%) y del 2,1% en 2023 (previo 4,1%) -la estimación del crecimineto potencial de la economía vasca antes de la pandemia era del 1,8%-.

En materia de empleo, el escenario actual anticipa una significativa reducción de la tasa de paro, que llegará al 8,8% de media este año y que bajará al 8,3% el próximo, lo cual se traduce en una creación de unos 26.000 puestos de trabajo este año y de unos 12.000 el próximo.

El conflicto bélico ha generado una gran inestabilidad en los mercados de la energía y las materias primas, elevando las tasas de inflación a niveles no vistos en décadas. La incertidumbre de los agentes económicos y la respuesta de política económica de los principales bancos centrales, que están elevando de forma continua los tipos de interés, ha empezado a enfriar la actividad económica de los países desarrollados.

El fuerte impulso de la economía vasca en el segundo trimestre no esconde que se está produciendo una desaceleración en el ritmo de crecimiento, que se extiende a todos los sectores principales.

La industria anotó un valor muy significativo, del 6,1% interanual, pero los datos más recientes señalan que en los meses de verano su actividad se ha frenado, algo que también sucede en los países del entorno. La elevación de los costes, la subida de tipos de interés y la incertidumbre son algunas de las razones que impiden un mejor desempeño de la industria.

Los servicios suavizaron algunas décimas su fuerte ritmo de crecimiento hasta el 5,6%, una tasa muy cercana al valor medio alcanzado en 2021 (5,8%). De los tres grupos de actividades, el correspondiente a comercio, hostelería y transporte fue el más expansivo, gracias a la supresión total de las restricciones a la movilidad que se impusieron para controlar la covid-19.

La construcción mejoró su valor añadido un 1,5% en el segundo trimestre, con lo que acentúa el perfil de desaceleración que ya mostraba en los periodos anteriores. También en este sector es evidente el impacto que está teniendo el encarecimiento de las materias primas en los mercados internacionales, que cuestiona la rentabilidad de algunas obras que podrían ponerse en marcha. En ese sentido, los visados para la realización de nuevas viviendas se han reducido en los últimos meses y la licitación oficial pasó a tasas negativas tras seis trimestres de fuertes incrementos.

Desde la perspectiva de demanda, la característica más reseñable del momento es la fuerte aportación que la demanda externa está realizando al incremento del PIB. Efectivamente, prácticamente la mitad de todo el crecimiento de la economía vasca en el segundo trimestre fue consecuencia de la contribución del saldo exterior, gracias a una fuerte expansión de las exportaciones, frente a unas importaciones que aumentaron con menos intensidad. Más en detalle, las exportaciones reales crecieron en el segundo trimestre un 13,7%, una tasa muy similar a la registrada en los tres trimestres anteriores. Por su parte, las importaciones aumentaron un 8,5%, en este caso casi dos puntos menos que en el periodo anterior. La demanda interna suavizó notablemente su ritmo de crecimiento, desde el 3,2% hasta el 2,4%.

Sin embargo, sus dos componentes principales mantuvieron el tono expansivo precedente y fue el consumo de las administraciones públicas el responsable de esa moderación, al pasar de un crecimiento modesto (0,6%) en el primer trimestre a una caída significativa (-3,1%) en el segundo. La vuelta a una situación de normalidad tras la pandemia ha supuesto la retirada de algunos gastos extraordinarios que se realizaron en los dos años anteriores. En sentido contrario, tanto el consumo privado (3,0%) como la formación bruta de capital (5,0%) crecieron a tasas similares a las del primer trimestre.

La inflación sigue siendo el punto débil de las economías desarrolladas, puesto que condiciona las decisiones que puedan tomar los agentes económicos. En el caso de Euskadi, el IPC de agosto, último conocido, se elevó hasta el 10,3% y parece que la senda ascendente se ha frenado. Buena parte de ese incremento se concentra en los alimentos y en la energía, que ya han empezado a abaratarse, pero se necesitará tiempo para que se traslade al resto de productos.

La inflación es una de las claves del momento y por eso es importante explicar también la evolución del PIB nominal, es decir, el PIB en euros corrientes. El escenario actual prevé un incremento del PIB nominal del 8,6% este año, prácticamente el mismo que se registró en 2021, y una tasa del 5,1% para el año próximo, por un menor crecimiento real y por un control notable de la evolución de los precios.

El Departamento de Economía y Hacienda condiciona las nuevas previsiones a la evolución favorable prevista de la inflación durante los próximos meses, dado que si la inflación tuviese un comportamiento más persistente del considerado en este escenario, la consecuencia sería un menor crecimiento para el año próximo.

 

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