En la actualidad, nos encontramos en un momento decisivo en el que las entidades gestoras del ciclo urbano del agua compiten por la obtención de fondos europeos que faciliten la implementación de nuestros planes de digitalización. Esta competencia es un fenómeno poco habitual para las entidades públicas, que tradicionalmente hemos estado más acostumbradas a la colaboración mutua en los diversos ámbitos de gestión del recurso hídrico.

Sin lugar a dudas, este proceso ha representado y continúa representando un desafío significativo para el sector, que ha demostrado, una vez más, su capacidad de adaptación a las necesidades y requisitos establecidos por las distintas herramientas de financiación. Un claro ejemplo de ello es el notable éxito alcanzado en la concurrencia de las diversas convocatorias. En particular, el Consorcio de Aguas Bilbao Bizkaia ha conseguido asegurar ayudas por un importe superior a los 20 millones de euros.

Las actuaciones subvencionadas están dirigidas tanto a la planificación como a la obtención, ordenación y uso de los datos. La lluvia de millones proveniente de Europa, por lo tanto, traerá nuevos retos tecnológicos para las empresas, pero no amortiguará el problema estructural al que enfrentamos todas las entidades y empresas gestoras del ciclo urbano del agua: el déficit de inversión en renovación de infraestructuras. Parte de dicho déficit deberá ser cubierto, paulatinamente, por la adecuación de unas tarifas que soporten, en un futuro no muy lejano, la totalidad de las inversiones. No obstante, mientras tanto, se hace imprescindible acompasar dicho déficit tarifario con apoyos externos que pudieran provenir tanto de las instituciones europeas como locales, dado que se trata de un problema global que afecta de manera local.

Por lo tanto, tras la alegría por las ayudas obtenidas y la satisfacción derivada del trabajo bien realizado, comienza la verdadera carrera contra el tiempo y los requisitos, sin dejar a un lado los compromisos cotidianos de la operación y de inversión en nuevas infraestructuras. Y es que, digitalizar una vieja infraestructura no va a convertirla en puntera, por lo que es imperativo mantener nuestro ritmo inversor tanto en nueva infraestructura como en modernización de las que ya operamos, un ámbito al que dedicaremos este año más de 80 millones de euros.

Los plazos establecidos para la utilización de los fondos europeos nos obligan a acelerar nuestros planes de digitalización. Es imperativo que pongamos en marcha todos los engranajes de nuestras organizaciones para cumplir con lo que está a nuestro alcance, al tiempo que confiamos en que el mercado pueda asumir la considerable carga de trabajo simultánea que se avecina, y sin dejar de lado nuestro músculo inversor en nuevas infraestructuras de abastecimiento y saneamiento.

¡Enhorabuena y a la carrera!