Atravesamos tiempos convulsos. La incertidumbre es una de las principales señas de identidad de los últimos pocos años. A la urgencia de actuar ante el reto climático, se han sumado  en los últimos meses la crisis originada por la pandemia, la invasión de Putin, la crisis de las energías tradicionales y una coyuntura económica marcada por la inflación y el alza de precios. 
Es la realidad a la que nos enfrentamos, y no es cuestión de esperar a que amaine  la tormenta. Por una parte, porque la oportunidad de desarrollo radica en aprender a caminar bajo la lluvia, y por otra parte, porque las máximas autoridades climáticas a nivel mundial nos están advirtiendo de que ya no queda tiempo.  El cambio debe producirse ahora, y por supuesto aquí. Porque la afección de estas coyunturas globales, es eminentemente local, y así deben ser también las soluciones. 
En Gipuzkoa, fuimos el primer territorio en aprobar una estrategia de Sostenibilidad energética, porque sabíamos que la energía, era una de las piedras  angulares sobre las que pivotar una verdadera disrupción en los modelos productivos, económicos y ciudadanos, en aras de la neutralidad climática y el desarrollo sostenible.  
Sabíamos que la eficiencia, la autosuficiencia energética y la generación de renovables eran las claves para terminar con la dependencia y la supremacía energética de algunos países y modelos anquilosados. Sabíamos que un cambio de modelo energético, mucho más social y justo, era la manera más eficaz de combatir la pobreza energética.  
La apuesta por la energía que hemos realizado en la Diputación Foral de Gipuzkoa, a través del departamento de Medio Ambiente, no tiene antecedentes. Es la apuesta por una nueva cultura energética, basada en renovables, en el autoconsumo y en el poder de decisión del consumidor. Un nuevo modelo que vela por el bienestar de las familias  y que facilita la competitividad de la industria al proporcionales energía más asequible y menos contaminante. 
Esta apuesta se tangibiliza con la distribución presupuestaria del departamento de Medio Ambiente de la Diputación Foral de Gipuzkoa,  que va a priorizar con 10 millones de euros la transición energética, cerca del 25% del total del presupuesto total del departamento. Gipuzkoa, se ha convertido de esta manera en uno de los territorios que lidera el desarrollo de las comunidades energéticas a nivel estatal. Con 36 comunidades en marcha, en el año 2023 serán más de cinco mil las familias que estén se estén beneficiando de un 30%  de rebaja en su factura de la luz y protagonizando las  premisas de la nueva cultura energética que estamos impulsando: acceso a energía local y renovable, alternativa más sostenible ambiental y económicamente y, mayor empoderamiento ciudadano en la producción, adquisición y  consumo energético. 
 La nueva cultura energética que estamos impulsando, a través de estas comunidades y muchas más que llegarán el 2023, tanto en el ámbito ciudadano como en el ámbito industrial, son la verdadera disrupción de la transición energética, porque constituyen una demostración patente de  un modelo que funciona, además de una pieza clave en la articulación de una sociedad más justa, igualitaria y sostenible, que vele por el bienestar presente y futuro de nuestra ciudadanía y la competitividad de nuestra industria.