Las compañías de alimentación se han volcado con la sociedad durante la pandemia, trabajando con ahínco para garantizar el abastecimiento y la seguridad del consumidor. A la cabeza del sector se halla el Clúster de Alimentación de Euskadi, la organización que integra toda la cadena de valor alimentaria y que, desde el comienzo de la crisis, centró sus esfuerzos en ayudar a las empresas a afrontar las dificultades y a fomentar su competitividad, potenciando la innovación e identificando nuevos territorios de oportunidad.

Los efectos provocados por la pandemia de la covid-19 ha transformado todo cuanto conocíamos. También el mundo de la alimentación y su cadena de valor, un vasto ecosistema que engloba a proveedores, transformadores industriales, distribuidores y puntos de venta, servicios auxiliares y agentes de conocimiento. En su papel de agente referente del sector, el Clúster de Alimentación de Euskadi —asociación que en estos momentos integra a un total de 109 compañías y entidades de todos los eslabones de la cadena— se ha mantenido al frente de un colectivo que, durante la pandemia, ha demostrado con creces su vocación de servicio a la sociedad vasca.
Así, los últimos meses han servido para constatar el compromiso de esta cadena de valor con los consumidores. En este sentido, la respuesta ofrecida por un sector que aporta el 10,7% del PIB vasco y cerca de 125.000 puestos de trabajo (el 15% del empleo total en la CAPV) la ha confirmado como una actividad esencial, de vital importancia tanto para la sociedad como para la economía de Euskadi.
No hay que olvidar que esta dedicación también ha pasado factura a las empresas. Frente a la idea errónea de que el sector alimentario está sorteando esta crisis, lo cierto es que los esfuerzos realizados para asegurar el abastecimiento y la salud de trabajadores y clientes han conllevado reducciones de los márgenes, debido a los altos costes que ha supuesto mantener la actividad en una situación tan extraordinaria. Hubo que proveer de EPIs a las plantillas, intensificar la limpieza e higienización de espacios, reajustar horarios y aforos, etc.
Como toda crisis, ésta trae consigo amenazas desconocidas hasta ahora, pero también nuevos territorios de oportunidad que las empresas deben explorar para no perder el tren de la competitividad. En esta línea, la innovación es la llave para que sigan siendo competitivas en el futuro. Por ello, desde el clúster se trabaja para fomentar entre las empresas la cultura de la innovación que les permita adaptarse a los mercados cambiantes de los canales y abordar otros nuevos. Todo ello, con el mercado siempre en el horizonte y buscando satisfacer las nuevas necesidades del consumidor, cuestión clave para que la innovación sea exitosa. Para identificar estas oportunidades, el clúster cuenta con su Observatorio Estratégico, la herramienta con la que vigila y analiza el entorno para ayudar a las empresas en su toma de decisiones. De cara al futuro, el desarrollo de mercados, el conocimiento del consumidor, la innovación y la atracción de talento centrarán los esfuerzos de un sector que reivindica, hoy más que nunca, su papel esencial.