“Dinamismo y resiliencia para un 2024 cargado de esperanzas”

Massimo Cermelli, Dr. profesor titular / investigador Deusto Business School - Universidad de Deusto

Massimo Cermelli, Dr. profesor titular / investigador Deusto Business School - Universidad de Deusto

El dinamismo de la economía junto con la resiliencia del mercado laboral nos introduce en un 2024 que contrariamente al año pasado entra claramente con mejores previsiones tanto en la primera como en la segunda mitad del año.

Si, por un lado, los temores de una estricta política monetaria, en un contexto de ausencia de estímulos fiscales, nos hacía prever una caída en recesión de las grandes economías internacionales, entre las cuales se encontraba la española y la de Euskadi, las señales de la última parte de 2023 y este comienzo de año claramente nos han confirmado que la ralentización internacional será asimétrica y probablemente afectará con más fuerza las áreas más industrializadas del mundo.

Sin duda eso tendrá claramente un efecto sobre nuestra realidad, pero más suave de lo previsto y todo apunta a que tras un crecimiento del 1,8% en 2023, este 2024 cerrará en Euskadi con un incremento del PIB del 1,9% y una tasa de paro en línea con el promedio europeo más que con el valor del Estado.

Queda claro que uno de los retos que tenemos delante para este año y los siguientes es el envejecimiento poblacional que, por un lado, afecta especialmente el sector sanitario, educativo y terciario, pero también cabe reflejar la necesidad de seguir siendo atractivos para las empresas y el talento humano que se ha formado en Euskadi o en el extranjero o que simplemente elige este entorno para sus futuras inversiones.

Con el comienzo de la nueva legislatura, además es importante que la solidez de una economía, que se ha visto afectada por una fuerte conflictividad laboral y por unas altas tasas de absentismo, confíe en sus puntos fuertes y sea capaz de dar respuestas a los retos sociales que se acercan.

La sostenibilidad medioambiental representa uno de los grandes retos para una estructura productiva que en Euskadi mira al futuro, pero que al mismo tiempo tiene que competir en un entorno siempre más competitivo. El hecho de tener un mercado laboral sólido, donde en este comienzo de curso hemos rebasado el valor de un millón de afiliados a la Seguridad Social nos tiene que animar a mirar hacia adelante con esperanza y al mismo tiempo nos tiene que motivar a abordar ciertas reflexiones estratégicas que permitan mantener el nivel de bienestar que tenemos.

El hecho de que la inflación subyacente se sitúe por debajo de la inflación general en 2024 nos indica que energía y alimentos serán los componentes que ayudaran al descenso de la inflación y hemos apreciado en este comienzo de año como la energía ha suavizado sus presiones inflacionistas. También los precios a la producción nos permiten ser optimistas con respecto a un gradual proceso de desinflación durante todo el 2024.

En este sentido, la lenta pero gradual reducción de la inflación nos vislumbra un 2024 más cerca de los años anteriores al 2021 que a los últimos vividos. Esta tendencia también abre la oportunidad, por primera vez, de ver un Banco Central Europeo que, con identidad propia, toma un cambio de tendencia con respecto a la Reserva Federal de Estados Unidos, dejando de ir detrás de la institución americana y adelantándose a los escenarios macroeconómicos internacionales.
Además, los recientes movimientos bancarios y financieros también lanzan una clara señal de la fortaleza y del vigor del mercado interno español, que resulta ser un activo de interés para los mismos bancos que en las últimas décadas han invertido fuera de España.

Solo queda para remarcar la profunda, aunque poco analizada, importancia de la deflactación fiscal introducida en Euskadi y descartada en el ámbito estatal. Esta medida ha representado un mecanismo de justicia social, especialmente por las rentas más vulnerables que se han visto afectadas por el alza del IPC y las consiguientes actualizaciones salariales.

En definitiva, podríamos decir que el año que vivimos viene cargado de esperanza en lo económico y de respuestas en lo social, que, aunque no sean definitivas nos permiten ver con optimismo y confianza la coyuntura económica local e internacional.

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