Como cada 1º de Mayo, el calendario nos anima a reflexionar sobre la situación del empleo. No deja de ser llamativo que este año la efeméride coincida con el debate sobre la reducción de jornada, cuando precisamente surgió para recordar a los mártires de Chicago, cuyas reivindicaciones laborales -fundamentalmente la jornada laboral de ocho horas- llevaron a iniciar una huelga el 1 de mayo de 1886, huelga que culminó con los trágicos sucesos de Haymarket. De aquella reivindicación de lo que supondría la jornada de 40 horas semanales hemos pasado a la reivindicación de las 37,5. Qué pasará con ella está por ver, aunque de momento, a ojos del f
Recuerdo el enfado de un líder sindical, hace muchos años, a propósito de cierto debate sobre la utilidad (o no) de los actos celebrados en torno al 1º de Mayo. El 1º de Mayo “ni es mito, ni es rito”, solía decir. Y razón no le faltaba. Porque en este mundo acelerado, donde no hay tiempo (quizá tampoco ganas) para los análisis, hay fechas que son necesarias para pararnos, reflexionar y ajustar el foco. Creo que hay un amplio consenso sobre la idea de lo que denominamos ‘mercado laboral’, que supera con creces una dimensión puramente mercantil, dada la centralidad del empleo en nuestro modelo social, por una parte, y en nuestras vidas particu