En mi trabajo como consultora estratégica me encuentro a menudo con una realidad que me preocupa: un número significativo de empresas pequeñas y medianas de nuestro entorno no tienen Consejo de Administración. O lo tienen, pero no está profesionalizado. A menudo están dirigidas por las personas propietarias o fundadoras y dudan de la necesidad de contar con esta herramienta de liderazgo. Creen que es un órgano elitista, que no les puede aportar valor o que no se lo pueden permitir. 

La realidad es bien distinta: si aprovechan el conocimiento de personas expertas externas, las empresas pueden acelerar su crecimiento y prosperar en un mundo empresarial cada vez más complejo. Porque los Consejos de Administración efectivos impulsan un 40% la rentabilidad de la empresa y superan a sus competidores en ritmos de crecimiento.

La clave es modelar un órgano que se ajuste a los objetivos estratégicos de la empresa considerando diversos aspectos: si optar por un consejo asesor o de administración, su tamaño, la experiencia de las personas que lo integran o el modelo retributivo. 

Fórmulas hay muchas y motivos para hacerlo más. El Consejo guía la empresa con visión estratégica y ofrece perspectivas que complementan y retan al equipo directivo, mantiene la tensión por el logro y fomenta la consecución de resultados. También aumenta las conexiones y las oportunidades de negocio, refuerza la credibilidad y mitiga riesgos. Asimismo, este órgano fomenta la comunicación transparente con empleados, accionistas y otros grupos de interés, facilitando la resolución de problemas de manera efectiva.

Formar o rediseñar un Consejo puede ser una de las decisiones más importantes para mejorar el desempeño y resultados del negocio. Éxitos pasados no garantizan éxitos futuros, y desde luego, un Consejo fortalece a una empresa para enfrentar los desafíos futuros. Por eso, sea cual sea el tamaño de la tuya, te animo a ir a por él, siguiendo el consejo de Arthur Ashe: “Empieza donde estás. Usa lo que tienes. Haz lo que puedas”.