El fantasma de la recaída en la crisis recorre el mundo y asusta. Se habla de nuevo de riesgo de estancamiento, revisión a la baja o ‘defaults’. Los movimientos en la Bolsa no parecen ser correcciones momentáneas, responden a una desconfianza importante y de fondo de los inversores. No terminan de ver que las decisiones que se están tomando en China sirvan para recuperar sus niveles de crecimiento; temen que la caída de los precios del crudo y la posibilidad de revalorización del dólar, terminen por ahogar a las economías emergentes; y ven que Europa no consigue articular una política fiscal común. En definitiva, los peores ingredientes para un momento clave, que contrastan con los buenos resultados de 2015 que están presentando la mayoría de las grandes empresas. Y que en el caso vasco se reflejan en que el crecimiento de la economía haya alcanzado el 2,8% del PIB. Ante el miedo a una nueva recesión que está sacudiendo los mercados financieros se impone un actuación decidida de los gobiernos y autoridades económicas. No puede ser que la senda iniciada hace ya dos años, de desigual, lenta pero continua recuperación, se trunque por falta de iniciativa. Se echa en falta algo más de arrojo en la inversión, algo más que recurrir de nuevo a la disciplina fiscal y financiera, mientras no terminan de materializarse medidas de impulso económico, como el Plan Junckers. Hace falta más inversión para evitar que la economía real se contagie.