La banca ética es una iniciativa cuyo principal objetivo es dar un nuevo enfoque a las prácticas y los servicios que prestan las entidades financieras. La aparición de este nuevo enfoque obedece a una mayor conciencia de ahorradores e inversores que abogan por un sistema responsable, transparente y que, sobre todo, responda a las necesidades de desarrollo humano y social.
Entre los principales productos que ofrece la banca ética destacan las libretas de ahorro para financiar proyectos sociales, las tarjetas de crédito solidarias para donaciones, los fondos de inversión solidarios y los microcréditos para financiar proyectos generadores de renta.
Sin embargo, para que estas prácticas tengan un verdadero impacto en el modelo financiero actual, es preciso desmontar otras que no contribuyen al desarrollo humano, ni a la transparencia y la responsabilidad fiscal a nivel internacional. El más agudo de ellos es el de la opacidad tributaria, que se refleja claramente en los paraísos fiscales.
Según el último informe de Oxfam, la cifra de dinero oculto en estas corporaciones repartidas en todo el mundo se aproxima a los 7,6 billones de dólares, cifra superior a la del PIB de Reino Unido y Alemania juntos, y que a su vez genera pérdidas por 190.000 millones anuales.