Si algo bueno ha tenido esta crisis, que esperemos dejar atrás definitivamente, es que ha introducido grandes dotes de sentido común en las decisiones empresariales. Algo no muy común o habitual, antes de la crisis, pero la necesidad ha hecho que se retorne a la prudencia, al ‘core’ del negocio, a abandonar aventuras alocadas. Se habla más de crecimientos cualitativos que cuantitativos, de aprovechamiento de los recursos. Por ello, es revelador escuchar a responsables empresariales hablar de que van a invertir en ser lo que dicen que quieren ser. Algo obvio pero que antes no lo fue tanto. La entrevista con el presidente de Eroski, que publicamos en este número, es indicadora de este sentimiento. Un grupo de distribución, fundamentalmente alimentaria, que creció mucho en el pasado y que mantenía grandes planes de expansión, pero que se vio sacudido por la crisis lo que le hizo replantearse toda su estrategia hasta 2008. Ahora, ha regresado a sus orígenes: cercanía al consumidor, para ser la marca más apreciada por el cliente. Además, quieren trasladar a los clientes/consumidores la importancia que tiene su decisión de compra para generar riqueza y empleo en un lugar determinado. Por ello apuestan por trabajar con los productores locales para intentar cerrar un círculo en el que productores, distribuidor y consumidores sean piezas que ejerzan su responsabilidad y tomen las decisiones adecuadas. En definitiva, sentido común, introducir valor a los alimentos y aprovechar la tecnología existente.