Reinventar el cuidado de la salud

Ana Avendaño, socia de B+I Strategy

Ana Avendaño,
socia de B+I Strategy

La medicina ha sido durante todo el siglo XX una disciplina reactiva, en la que el sistema sanitario reaccionaba ante la enfermedad. Frente a este enfoque, en los últimos años la tecnología está contribuyendo a generar un nuevo paradigma que implica situar al paciente en el centro y desarrollar un modelo de atención infinitamente más personalizado, tanto en lo referente a diagnósticos y tratamientos, como a la prevención de enfermedades o seguimiento de pacientes. Transitar de una medicina poblacional a una medicina personalizada es posible, en parte, por las oportunidades que ofrece el ‘big data’. La capacidad de capturar y analizar en tiempo real grandes volúmenes de información ayudará a los profesionales de la salud a revisar, e incluso a identificar, maneras de mejorar el diagnóstico, la atención y el tratamiento al paciente en tiempo real, ofreciendo una respuesta mucho más eficaz ante las enfermedades.
El potencial del ‘big data’ en medicina reside en la posibilidad de combinar los datos tradicionales con otras nuevas formas de datos, tanto a nivel individual como poblacional, integrando datos estructurados y no estructurados. Los algoritmos, en definitiva, son capaces de afinar a nivel individual, y decirnos qué es lo mejor para cada paciente. Y gracias a ello, permiten hacer una medicina personalizada, al tiempo que facilitan la medicina predictiva. Por ejemplo, en una unidad de cuidados intensivos el paciente puede ser monitorizado 24 horas al día, tomando cada segundo datos de muchas variables a través de dispositivos médicos. Esta gran cantidad de información se puede comparar con bases de datos históricas y procesar en tiempo real con algoritmos inteligentes para predecir situaciones de complicaciones clínicas y recomendar una determinada forma de proceder. Junto con las enormes posibilidades, también hay que prestar atención a las incertidumbres que, con toda lógica, todavía existen, así como a las barreras en el tratamiento masivo de datos en el ámbito de la salud, principalmente derivadas de la sensibilidad de la información que se maneja y de la dificultad de garantizar su privacidad y control del uso.
Otra de las tendencias con alto impacto en los sistemas sanitarios es la telemedicina, entendida como una forma de ejercicio de la medicina, de carácter alternativo o complementario a la presencial, que busca mejorar la salud de un paciente desde la distancia, a través de la comunicación interactiva en tiempo real entre la persona enferma y el personal sanitario. La telemedicina va a tener un rol muy relevante a la hora de lograr un sistema de salud más eficiente, en el que la atención a personas con mayor gravedad será la prioridad. Las ventajas son también interesantes para la gestión del propio sistema, ya que contribuye a aliviar las consultas, reducir el gasto y mejorar su sostenibilidad. Con todo, también aquí será necesario vencer algunos miedos. Ser atendido desde casa, aunque resulte más cómodo, genera inquietud en algunas personas. La clave es no pensar en la telemedicina como algo separado a la atención presencial, sino como una herramienta más integrada en la atención sanitaria del día a día.
En este contexto de transformación del sistema sanitario, es necesario resaltar el papel central que asumen los profesionales de la salud. La tecnología va a generar un cambio en el papel de los profesionales, por lo que será necesaria una mentalidad diferente y un nuevo modelo que eduque a todo el personal (medicina, enfermería, etc.) en el uso de la tecnología. Por otra parte, los cambios tecnológicos mencionados van a requerir una mayor interdisciplinariedad de los equipos: medicina especializada, ingeniería informática, matemática o realidad aumentada contribuyen a desplegar este nuevo paradigma, y los profesionales de estas disciplinas están llamados a colaborar para mantener pacientes más sanos y por menos dinero.
El cambio en el sistema sanitario es indispensable para poder dar una respuesta adecuada a las nuevas necesidades de salud de la sociedad de hoy en día, cada vez más envejecida y con mayor prevalencia de las enfermedades crónicas, y para favorecer la sostenibilidad del sistema sanitario público. No sabemos a qué ritmo y con qué extensión se implantarán estos cambios. Lo que es seguro es que la atención médica dentro de unos años va a ser muy distinta a lo que hoy conocemos, y que muchas de las dinámicas y procesos actuales van a transformarse. En esta evolución, tenemos que estar abiertos a los cambios y oportunidades que ofrece la tecnología, sin perder la verdadera esencia de la medicina: cuidar a las personas con responsabilidad, respeto y honestidad.

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