Desde 1968 Petronor es una historia de éxito, como puntal de la economía vizcaína y vasca. Y, si esto es así, lo es porque ha sabido adaptarse y adelantarse a las necesidades de cada momento y contar con la tecnología de vanguardia para hacerlo posible. Todo ello con las máximas exigencias medioambientales y de seguridad laboral, aspectos todos ellos críticos en la industria del refino en los países más avanzados. En este sentido, la última gran transformación de la refinería, la planta de URF, con una inversión cercana a los 850 millones de euros, sirvió para adaptar las instalaciones a los productos más demandados por el mercado, para garantizar su sostenibilidad actual. Una evolución que da continuidad a diferentes hitos innovadores como que en 1986 fuera la primera refinería española en producir gasolina sin plomo; o en 1987, coincidiendo con el fin del monopolio de Campsa, abriera sus primeras estaciones de servicio. Y junto a estas actuaciones tecnológicas, la eficiencia ha sido otro de los ejes de actuación. La adopción del Plan Barria, con el que se revisaron todos los procesos internos, consiguió un ahorro de costes de 100 millones de euros, en unos momentos en que la reciente crisis hacía mella en los resultados de la compañía.

Pero el reto ahora es saber adaptarse a los radicales cambios del entorno actual, especialmente en el mundo de la energía y de la industria (movilidad eléctrica, Industria 4.0, baterías, energías alternativas, digitalización…). Una evolución que podría suponer que muchas de las refinerías europeas actuales no tuvieran asegurada su continuidad. De hecho, en Europa, desde 2008, han cerrado más de 20 refinerías por falta de rentabilidad y se espera que en los próximos 25 años desaparezca otro 25%. Recientemente su presidente, Emiliano López Atxurra, transmitía en la entrega de títulos de la Escuela Universitaria de la Cámara de Bilbao la necesidad de superar lo que se entiende como convencional, que es “la palanca que nos ha llevado hasta aquí, porque algunos innovaron, vieron el futuro y rompieron con lo convencional de su tiempo. El objetivo es mejorar y avanzar, utilizando de manera innovadora las mejores tecnologías disponibles”.

De esta reflexión parte el Plan Estratégico 2020, que supone una transformación radical de la refinería. Entre sus objetivos, destaca convertirse en una de las plantas de refino más eficientes a nivel internacional, lo que le va a exigir elevar su nivel de disponibilidad hasta el 98%; una mejora sustancial en eficiencia energética; una clara apuesta por la innovación disruptiva; y reconvertirse en una plataforma que oferte energía diversa y diversificada en diferentes soportes, desde el hidrocarburo convencional hasta los electrones y sectores conexos.
Y una de las primeras actuaciones de esta gran transformación es la reciente creación de la filial Petronor Innovación, que se pone en marcha con un presupuesto para su primer año de funcionamiento de 15 millones de euros y el objetivo de incorporar en tres años a 15 investigadores.
El reto es que toda la organización interiorice la transcendencia que van a suponer estos cambios, actúe activamente para analizar los escenarios de mejora individual y colectiva y asuma una responsabilidad intergeneracional para construir un futuro, cuidando “lo que recibimos, mejorarlo y dejar a las generaciones venideras la misma riqueza, actualizada, que las anteriores nos dejaron”, según transmitieron a los directivos de la compañía el presidente, Emiliano López Atxurra, y el consejero delegado, Andreu Puñet, en la última convención anual de Petronor.