Los estudios e indicadores de confianza continúan insistiendo en la mejora de la situación y de las expectativas. Se ha convertido en el mensaje ‘oficial’ de este comienzo de ejercicio. Pero no hay que lanzar las campanas al vuelo, al menos no aún. Se impone la prudencia porque todos estos análisis y prospecciones tienen una coletilla: hay riesgos que los podrían poner en cuestión. La retirada de los estímulos monetarios, el fin de la baja inflación o las necesidades de capital para atender al elevado endeudamiento de los países más castigados por la crisis son escenarios que pueden desvirtuar esta incipiente salida de la recesión. Además, las tentaciones para volver a actuaciones precrisis son acusadas en cuanto se relajan las exigencias. Los costes de la salida de la recesión los vamos a continuar pagando durante mucho tiempo, como nos recuerda el articulista que escribe más arriba. Por ello, no se debe bajar la guardia e intentar mantener las prioridades. Así, no está claro que en este momento el aumento de las cotizaciones a la Seguridad Social que ha aprobado el Gobierno supongan más beneficios que palos en la rueda para la continuidad de unas empresas que están exhaustas. La situación de la Seguridad Social es complicada y la tentación de incrementar la presión sobre empresas y trabajadores, mucha, pero, posiblemente, no es la mejor medida para acompañar el fin de la recesión.