Estos días son muchas las voces que apremian a los responsables políticos estatales para que sean capaces de alcanzar un acuerdo que evite la repetición de las elecciones del 20-D. No pocos, se aventuran a relacionar la provisionalidad del actual ejecutivo con una dificultad añadida para el mundo empresarial. No sabemos realmente cuánto de cierto hay en esta relación causa-efecto, pero sí se puede afirmar que la falta de decisión institucional está creando un ambiente no adecuado para la dinámica económica. Quizás sea aventurado afirmar que hay decisiones empresariales de inversión que se aparcan a la espera de acontecimientos, porque el marco jurídico-político va a seguir siendo el mismo. Pero en estos momentos en que las variables son tantas, en que el control del déficit quiere volver a ser una prioridad, en que en Europa nos volvemos a jugar mucho y en muchos ámbitos, sí se echa en falta un rumbo claro y un interlocutor no en funciones que esté allí donde se deciden las cosas importantes. No sabemos si un mal acuerdo es mejor o peor que volver a las urnas, porque la consulta a la sociedad no es nunca un mal, pero ¿qué pasará si se repiten las elecciones y los resultados son similares a los actuales? ¿Volverán a las andadas o se entrará realmente en una negociación seria donde el objetivo debería ser el ‘win-win’? Los políticos deben aprender mucho de otros ámbitos, como el empresarial, donde las negociaciones suelen salir adelante si todas las partes tienen la sensación de que han ganado algo, para lo que siempre hay que ceder en algo.