En Euskadi tenemos una gran afición al montañismo. No hay localidad que no cuente con un club de montaña, que no organice una excursión o cuadrilla que no quede para una salida a un pico más o menos cercano. Y ese gusto por ascender cumbres nos ha llevado a objetivos cada vez más ambiciosos, llegando hasta el Everest. Precisamente, en mayo de 2024 se cumplirán 50 años de la famosa expedición Tximist, el primer intento de llegar a la cima del mundo. Seis años después, en mayo de 1980, Martín Zabaleta y el sherpa Pasang Temba hollaron la cumbre.

Este hito nos ha servido para abordar la Guía de la Innovación en el País Vasco como si de una expedición a la innovación se tratara. La verdad es que los paralelismos entre el mundo de la montaña y la innovación son evidentes. Innovar con propósito, buscar la financiación para llevar adelante el proyecto, ‘entrenar’ con innovaciones más limitadas, buscar al mejor equipo, elegir la tecnología más adecuada, establecer las metas a lograr, acercarse a socios que te puedan aportar algo que no tienes en tu organización… Parece una salida montañera, que exige esfuerzo, aceptar algún riesgo y contar con una buena cordada, pero el objetivo merece la pena. Al igual que la pasión por la montaña, en Euskadi tampoco nos es ajeno el papel preponderante que se le otorga a la I+D+i, como base de nuestro desarrollo, refrendado por un importante apoyo institucional.

Y podemos afirmar que partimos de un campo base estructurado y bien aprovisionado: un ecosistema científico-tecnológico potente y con recursos financieros; una cordada preparada: el talento; equipamiento técnico avanzado: la tecnología; una estrategia de ataque y una vía de ascenso: la gestión avanzada; y un entorno favorable: el consenso social y el apoyo institucional. Todo ello quedó patente en el acto de presentación de la Guía de la Innovación 2023, donde se puso de manifiesto que estamos en una situación bastante aceptable, aunque aún lejos de los líderes europeos, con las pymes como gran reto.