Todas las empresas necesitan de un liderazgo, incluso las pequeñas y los autónomos. Pero, si bien las organizaciones han sido, hasta hace poco, estructuras verticales, estas están cambiando, de forma acelerada, hacia estructuras horizontales y flexibles.
El informe ‘Approaching the Future 2022: Tendencias en Reputación y Gestión de Intangibles’, elaborado por Corporate Excellence, señala que el 42,3% de las empresas consultadas afirma estar activamente implicadas en la adopción de nuevas formas de liderar, capaces de aportar confianza y compromiso con la sociedad; y de convertirse en motores de transformación y generadores de impacto positivo. Un grupo ya importante de grandes corporaciones han visto cómo la idiosincrasia de las empresas emergentes se ha instalado en el centro de sus valores. La flexibilidad, la ausencia de jerarquías, la responsabilidad social, las estructuras líquidas… Todo ello repercute directamente en los profesionales.

El desarrollo profesional ya supone el 25% para elegir o rescindir un trabajo

Un estudio elaborado por las consultoras BTS y Watch&Act indica que un liderazgo eficaz y comprometido con las personas puede llegar a duplicar la rentabilidad de la organización. Así, al tiempo que la sociedad y la economía tienden a poner a las personas en el centro, también las organizaciones están viviendo este proceso de humanización.
El talento es otra de las claves, así como ver de qué manera los valores contribuyen a retenerlo y a buscarlo. Porque una característica de la nueva economía, denominada ‘gig economy’, es que vive por y para el trabajo por proyectos. Los estudios de las consultoras, y los empresarios, señalan que “si un empleado siente que sus principios distan de los de la organización, durará poco en el equipo, por brillante que sea su desempeño. Optará por dejar su puesto más pronto que tarde”. Y como indica una encuesta de Adecco, el desarrollo profesional ya supone el 25% a la hora de elegir o rescindir un trabajo.