Euskadi presume de ser un país forestal, con una superficie arbolada que cubre el 55% del territorio, 396.191 hectáreas, lo que representa uno de los ratios más altos de la Unión Europea. El sector da empleo directo e inducido a 19.000 personas y genera un PIB en torno al 1,55% de la CAV. Entre sus principales retos destacan potenciar la digitalización e impulsar el desarrollo de una estrategia de bioeconomía como motores de desarrollo sostenible.

Los principales agentes del sector forestal-madera vasco están representados en la asociación Baskegur, asociación que en noviembre celebró la décima edición de la Semana de la Madera con el objetivo de poner en valor la gestión sostenible de los bosques, así como fomentar el uso de la madera como material, especialmente en el diseño y la arquitectura.
Su director, Oskar Azkarate, destacó el papel que desempeñan las personas propietarias en la gestión de la mayor parte de bosques del País Vasco. “De no disponer de la madera, un recurso natural, el conjunto de la sociedad perdería los beneficios ecosistémicos fruto de su labor, como por ejemplo, la fijación de carbono para luchar contra el cambio climático o su aportación a la gestión del ciclo del agua”, subrayó.
Para llevar a cabo esta gestión forestal sostenible existen múltiples iniciativas impulsadas por los agentes que forman parte de la cadena de valor del sector forestal-madera. En este sentido, el encuentro presentó dos iniciativas pioneras como el proyecto Prisma, que tiene como fin impulsar las cadenas de valor forestales de circuito corto y la bioeconomía forestal sostenibles a los territorios de montaña, así como la iniciativa Syntetic dirigida a impulsar la trazabilidad de la madera desde el monte hasta el consumidor final.
 Otra de las prácticas fundamentales para mejorar esta gestión sostenible de las zonas verdes del territorio es el uso de la madera local. A este respecto, según Baskegur, el 70% de la madera utilizada por las empresas vascas procede de los bosques de Euskadi, fomentando de esta manera el verdadero Km0. Este compromiso con la mejora continua y la sostenibilidad se concreta también con las certificaciones PEFC y FSC, que garantizan la gestión forestal sostenible.
De cara al futuro, el sector afronta el reto de la falta de relevo generacional, un desafío al que hace frente con iniciativas de profesionalización y de gestión agrupada, de manera que cuando un propietario no puede hace frente a la gestión de la empresa, una agrupación es la que se encargue de realizar esta labor.