Del ‘compliance’ penal al ‘compliance’ moral

En un entorno empresarial, el cumplimiento normativo o ‘compliance’ implica cumplir con las leyes, regulaciones, reglas y políticas, vigilar el clima legal y regulatorio en constante cambio, y hacer las modificaciones necesarias para que la empresa continúe operando con buen prestigio dentro de su industria, comunidad y base de clientes. Pero en un sentido más amplio, ese cumplimiento corporativo se extiende más allá de la mera conformidad legal y regulatoria, adentrándose en el ámbito de la promoción de la ética organizacional y la integridad corporativa.
De carácter absolutamente voluntaria, la certificación de los sistemas de gestión de compliance penal, a través de la norma UNE 19601, y antisoborno, por medio de la ISO 37001, van ganado adhesiones en el mundo empresarial, como así se confirma desde Aenor, pionera en este ámbito en España. La certificación permite a la empresa asegurar y presentar evidencias a sus ‘stakeholders’ de que se han tomado medidas razonables para prevenir la comisión de delitos, la corrupción y el soborno y así reducir el riesgo penal.
Pero, ¿qué ocurre cuando, aún cumpliendo con toda la normativa, moralmente se está haciendo algo mal? El grupo de investigación ECRI de la UPV-EHU liderado por Jose Felix Gonzalo, director de Calidad, Medio Ambiente, Bienestar y Salud en Euskaltel (en la imagen en una jornada organizada por la Fundación Navarra de Excelencia), trabaja en la identificación de las situaciones y variables que propician la aparición de riesgo moral; para que, en paralelismo con el ‘compliance’ legal, se pueda desarrollar un ‘compliance’ moral que permita a la organización o a otros agentes externos (como la Administración) identificar y prevenir la aparición de conductas de riego moral en las organizaciones.

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