“Cuidemos las empresas”

José Miguel Ayerza, director general de Adegi

José Miguel Ayerza, director general de Adegi. Foto: Adegi

Como todos los años al principio del ejercicio, Adegi ha preguntado a las empresas por su situación. Si tuviera que resumir la encuesta en una frase diría que, en la mayoría de sus apartados, los resultados son similares a los del año pasado, con ligeras variaciones. 

El 85% de las empresas considera que la situación del mercado es de normalidad o reactivación, con aumentos de la facturación, siendo el sector servicios el que mejor comportamiento ofrece, seguido de la industria y la construcción, creciendo más las ventas en el mercado exterior que las del mercado interior.

El nivel de pedidos, por el contrario, disminuye ligeramente, mientras que la utilización de la capacidad productiva repunta hasta el 82,5% en un contexto de niveles récord del empleo asalariado. En cuanto al empleo, buenas noticias, nueve de cada diez empresas prevén mantener o aumentar su nivel de empleo.

Por lo que se refiere a los datos macro, estimamos en 2024 un crecimiento del PIB de Gipuzkoa similar a 2023, entre +1% y +2 %, mientras que se podrían generar entre 3.500 y 4.500 empleos.

La excepción a este contexto razonablemente positivo lo observamos en los factores de preocupación.

La dificultad para contratar personal cualificado y los elevados costes laborales son las principales preocupaciones de las empresas junto con el absentismo laboral, que es el factor que más aumenta, citado por el 31% de las empresas.
Con respecto a esta cuestión, debemos abordar más pronto que tarde una estrategia de País encaminada a reducir los actuales elevados niveles de absentismo, siendo necesario para ello el compromiso de todos los agentes involucrados, empresas, trabajadores y administraciones públicas.

Pero si algo nos ha llamado la atención, ha sido el descenso de inversiones productivas que nos manifiestan las empresas. Es cierto que la política del Banco Central Europeo para contener la inflación con la subida de tipos está provocando un cierto enfriamiento de la economía, que junto con el incierto entorno geopolítico y las incertidumbres derivadas de la transición ecológica y la transformación digital, pueden estar en el origen de esta ralentización de la inversión. A lo que tampoco contribuye el incesante incremento de impuestos, requisitos legales, burocracia o dilatación de plazos que no hacen sino redundar en un cierto cansancio como en un deterioro de la atractividad para la inversión.

Sea cual fuere la razón no debemos olvidar que las inversiones de hoy son el empleo de mañana. Es un factor estructural clave para la mejora de la productividad y de la competitividad de las empresas, la generación de riqueza y el sostenimiento del bienestar de nuestra sociedad. Como estructurales son también, más allá de las coyunturas, la falta de personal cualificado o las altas tasas de absentismo.

Es responsabilidad de todos, empresas, Administraciones Públicas y trabajadores, abordar de manera conjunta las acciones que permitan mitigar los efectos negativos de los factores mencionados, porque nos jugamos el futuro de nuestros hijos e hijas.
Ahora que estamos en la antesala de una nueva convocatoria electoral, son materias que deberían estar muy presentes en las futuras políticas públicas de nuestros gobernantes, sin por ello restar responsabilidad alguna a las empresas y sus personas en el reto de mejorar la competitividad de nuestro tejido empresarial.

Debemos decirlo alto y claro, sin ningún complejo, las empresas son las principales garantes del bienestar de un País, los indispensables motores de progreso económico y social a través de la generación de empleo de calidad, el impulso de la innovación y el crecimiento sostenible, contribuyendo así a la mejora de la calidad de vida y la estabilidad social. No en vano, el 85% de las personas que trabajan lo hacen en la empresa privada.

En este sentido, es relevante trasladar a la sociedad un mensaje nítido de la necesidad que tenemos de ‘cuidar’ a las empresas como uno de los principales garantes del estado de bienestar.

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