La presentación de los programas de ayudas a la I+D industrial va cerrando el círculo iniciado con la concreción de la Estrategia de Especialización Inteligente RIS3, la aprobación del Plan de Ciencia, Tecnología e Innovación Euskadi 2020 y la reordenación de la Red Vasca de Ciencia, Tecnología e Innovación. La ambiciosa reforma del sistema acometido esta legislatura, para hacerlo más cercano a las empresas y lograr resultados más rápidos, está ya completada. El reto, ahora, es que se asuma por los agentes y se interiorice con naturalidad. La maquinaria está en marcha y se está afinando, una vez definido el papel que a cada uno le corresponde en este puzzle. Ha llegado el momento de coger velocidad de crucero y de demostrar que la apuesta como país por la I+D+i no solo se ha renovado, sino que se ha reforzado. Al mismo tiempo, se abre una nueva etapa en la que la innovación no tecnológica, el reconocimiento a las personas investigadoras y la colaboración entre agentes van a ser claves. Poder acceder a programas europeos e internacionales nos exige ofrecer mayores capacidades y, al mismo tiempo, ser más ágiles. Nuestra Guía-almanaque de 2015 nos muestra este alineamiento de centros tecnológicos, centros de investigación y unidades de I+D empresariales. Y pone de manifiesto que durante todo el ejercicio pasado la actividad innovadora no cesó, materializando este giro y esta evolución. Tabakalera fue testigo del compromiso de país.