Durante la reciente visita de la ministra de Fomento a las obras de la Y vasca, Ana Pastor tomó un compromiso: la nueva red ferroviaria de alta velocidad vasca estará operativa en 2019. Hasta no hace mucho tiempo ningún responsable institucional era capaz de dar una fecha de entrada en servicio de esta gran obra de infraestructura. Han sido muchos los obstáculos y los retrasos, como para pillarse en un nuevo renuncio. Desde que en 2006 el Ministerio de Fomento y el Departamento de Obras Públicas del Gobierno vasco firmaran el acuerdo para llevar adelante la Y vasca, ha pasado mucho tiempo. Quizás demasiado. Ha habido problemas logísticos, de infraestructuras, políticos, violentos, presupuestarios... que han ralentizado su ejecución. Ahora se pone sobre la mesa un compromiso para contratar los tramos pendientes y ejecutar las obras. 2019 parece una fecha lejana, pero en una obra de esta envergadura el tiempo corre muy deprisa, máxime cuando faltan de definir aún las entradas a Vitoria y Donostia. No puede haber demoras burocráticas o presupuestarias. Los plazos están muy ajustados para poder cumplir con ese calendario. Por eso, lo dicho por Ana Pastor en Bergara debe ser algo más que un compromiso, especialmente en año electoral. La alta velocidad es, además, una pieza fundamental del Corredor Atlántico y una gran inversión de más de 5.000 millones de euros. Sus 172 kilómetros van a suponer una transformación radical en los modos de transporte en Euskadi y en la forma de relacionarnos. Una auténtica modernización del País Vasco.