Cristóbal Balenciaga o Paco Rabanne serán probablemente los dos primeros nombres que nos vienen a la cabeza cuando hablamos de diseñadores de Euskadi. Pero si le damos otra vuelta y ampliamos miras, probablemente a continuación pensaremos en Sancheski, en Fagor o en grupo Irizar; en grapadoras y sacacorchos; y, si me apuras, en impresión 3D y en dispositivos médicos. No cabe duda de que la creatividad y la inventiva están en nuestro ADN y, sin embargo, entre las 25 empresas del Estado con más diseños registrados ante la Oficina de Propiedad Intelectual de la Unión Europea (EUIPO) no hay ninguna vasca. Una ausencia que sorprende más si cabe p