El sistema de pensiones se enfrenta a dos tipos de problemas. Primero, uno de solvencia financiera en el corto plazo derivado de una crisis económica que ha hecho caer las cotizaciones, mientras las prestaciones seguían aumentado. Segundo, un problema de largo plazo, porque la vía elegida para garantizar la sostenibilidad de las pensiones en el futuro ha sido bajarlas tanto como sea necesario. El problema de corto plazo se ha intentado resolver limitando la revalorización de las pensiones y utilizando el Fondo de Reserva confiando que la recuperación económica reequilibraría las cuentas de la Seguridad Social. Las cosas no han funcionado
La crisis económica ha supuesto un problema para el sistema de pensiones. En cinco años (2008-2013) se han perdido el 10% de las cotizaciones y el gasto en pensiones ha aumentado casi un 30%. Como resultado el sistema ha entrado en déficit desde el año 2011, y no es previsible que las cosas mejoren mucho en el futuro inmediato. Para limitar estos déficits las pensiones se congelaron (2011 y 2012) o aumentaron marginalmente (2013 a 2015). Como esto no era suficiente, a partir del 2012 se ha comenzado a retirar dinero del Fondo de Reserva. En sólo tres años el fondo ha mermado un 35%. De seguir así, se agotará en unos pocos años. Por otro l