Vivimos en un contexto marcado por dos grandes crisis globales encadenadas, impensables hace unos años, la crisis de la pandemia del Covid primero y cuando apenas empezábamos a salir de ella, la originada por la invasión de Ucrania, que además de ocasionar graves consecuencias en la sociedad y economía vascas y del resto del mundo, han acelerado unas transformaciones profundas que venían de antes y que se resumen en una triple transición: Tecnológico-Digital, Energético-Climática y Demográfica, Social y Sanitaria.Estas transiciones son un reto de país, una oportunidad que debemos afrontar nuestras políticas de ciencia, tecnología e innovació
De acuerdo al concepto acuñado por Clayton Christensen, al pensar en innovación disruptiva nos referimos a las tecnologías o modelos que traen consigo cambios drásticos en el mercado. La innovación disruptiva se diferencia de la innovación incremental en su capacidad para generar productos y servicios radicalmente nuevos, a menudo basados en descubrimientos científicos o avances tecnológicos, que pueden transformar los mercados y generar nuevas oportunidades. Estas innovaciones, por el cambio de paradigma que suponen y la amenaza al modo de hacer habitual, se pueden impulsar de forma más efectiva a través de la creación de startups. Se trata