De acuerdo al concepto acuñado por Clayton Christensen, al pensar en innovación disruptiva nos referimos a las tecnologías o modelos que traen consigo cambios drásticos en el mercado. La innovación disruptiva se diferencia de la innovación incremental en su capacidad para generar productos y servicios radicalmente nuevos, a menudo basados en descubrimientos científicos o avances tecnológicos, que pueden transformar los mercados y generar nuevas oportunidades. Estas innovaciones, por el cambio de paradigma que suponen y la amenaza al modo de hacer habitual, se pueden impulsar de forma más efectiva a través de la creación de startups. Se trata de empresas jóvenes con gran potencial de crecimiento, cuyo éxito dependerá en gran manera de que cuenten con los recursos necesarios técnicos, humanos y de capital, como de un entorno apropiado.  
Euskadi tiene una tasa de creación de startups por encima de la media estatal: el 6,4% de las 14.051 empresas creadas entre 2015 y 2020 eran startups, frente al 5,42% del Estado. No obstante, presentamos, como el resto de Europa, bajos niveles de emprendimiento frente a países más avanzados en esta materia, como EE.UU. o Israel.
Son distintos los factores que contribuyen al éxito de un ecosistema de alto rendimiento en emprendimiento e innovación y Euskadi cuenta con las capacidades y las bases necesarias para convertirse en un polo de innovación disruptiva y de creación de startups tecnológicas. De hecho, la Comisión Europea nos consideró un polo de innovación regional en el RIS 2021 (Regional Innovation Scoreboard). Recientemente, además, nos hemos consolidado entre los países de alta innovación en el panel europeo de innovación EIS 2022, según los datos de Eustat.
Contamos con un ecosistema de innovación con multitud de agentes vinculados a la innovación disruptiva y al emprendimiento tecnológico, numerosas iniciativas emprendedoras en el mercado, un tejido empresarial robusto con capacidad de tracción. Como se desprende del último informe de Ciencia publicado, la ciencia de vanguardia desarrollada en Euskadi, que en muchas ocasiones llega al mercado a través de patentes, startups…tiene un buen posicionamiento. Así lo demuestran las publicaciones científicas en las revistas de mayor impacto internacional, que alcanzaron el 60% en 2021. También nuestra gran vinculación con la financiación europea relacionada con la investigación. Euskadi es la comunidad autónoma líder en el retorno per cápita del programa marco europeo, con una captación de más de 100 millones de euros en 2021.
La marca Euskadi Basque Country tiene un fuerte posicionamiento a nivel global, pero tenemos que seguir trabajando para ser un ecosistema de referencia que facilite la atracción y la creación de empresas de base tecnológica e impulse su crecimiento. Para ello será necesario impulsar y reforzar diferentes elementos de nuestro ecosistema relacionados con el mercado, el talento y la educación, la financiación, la cultura, la infraestructura y el apoyo público. 
El futuro pasa por la innovación y nuestro reto es situar a Euskadi entre las regiones más avanzas en el 2030, tal y como se recoge en el actual Plan de Ciencia, Tecnología e Innovación.