Recientemente, el presidente del Consejo General de Mondragon, Iñigo Ucín, puso en valor lo que supone el grupo cooperativo para la socioeconomía vasca, porque es necesario valorar lo que tenemos (su presentador aseguró que si estuviera en Boston, sería un caso de éxito mundial). Una corporación que genera y distribuye la riqueza de manera equitativa, que sitúa a la persona en el centro, que defiende el arraigo y que concede gran importancia al concepto de ‘legado’ y de largo plazo. Un modelo y unos principios, los cooperativos, que “van a más”, aunque bajo diferentes fórmulas. Pero esto no le convierte en una ONG. Mondragon es el principal grupo industrial vasco, con más de 83.000 empleos en todo el mundo, que se ve afectado por las mismas crisis (caso Fagor) y coyunturas que el resto de empresas. La diferencia es cómo las afronta y ahí juega un papel importante la intercooperación. Por ello, está también preocupada por el entorno económico pleno de incertidumbres que tenemos. Es peor no saber lo que va a pasar que saber que lo que va a pasar no es bueno, porque eso te permite tomar decisiones, vino a decir Ucín. Y estas incertidumbres parece que en algunos lugares empiezan a pasar factura y provocan certezas negativas. Ante este panorama, la respuesta cooperativa es cautela, adaptación e innovación y, llegado el caso, solidaridad. La receta Mondragon.