Este es un tema recurrente que preocupa al entramado empresarial: el escaso reconocimiento social del papel de las personas empresarias. En el reciente encuentro celebrado con motivo de la asamblea de Cebek, muchas de las intervenciones giraron en torno a esta idea. Se aseguró que la sociedad actual, tras la crisis del 2008, ha perdido la confianza en muchas de sus organizaciones e instituciones, incluidas las empresariales, cuando las empresas están, precisamente, en la base del desarrollo socioeconómico. En este escenario de falta de referentes, se reclamó a los responsables políticos la defensa de la empresa y se pidió a las propias compañías que expliciten y difundan su actuación como agentes activos en la transformación sostenible. Porque, en este balance, también se apuntaron varios asientos en el ‘debe’ de las propias empresas, como la justicia retributiva o esa falta de comunicación de su rol. Al mismo tiempo, se hizo una apelación al acuerdo, a la recuperación de la confianza y del optimismo ante el futuro, frente al enfrentamiento, la incertidumbre o la demonización de diferentes sectores. Un guante que recogió el propio lehendakari, quien reconoció el trabajo de hombres y mujeres de empresa y aseguró que “un pueblo no tiene futuro sin emprendedores y difícilmente saldrá adelante sin personas que arriesguen, innoven e inviertan”.
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