Tras el rigor y la estrategia, llega el tiempo del realismo y la esperanza

‘Foto de familia’ de los participantes en el encuentro empresarial celebrado con motivo de la Asamblea General de Cebek.

El lehendakari Iñigo Urkullu participó en el almuerzo de clausura de la Asamblea General de Cebek, donde desgranó la actividad de su Gobierno. Así, aseguró que el primer tercio de legislatura se caracterizó por dos conceptos: rigor y estrategia. “Rigor para afrontar la realidad con la verdad por delante, estabilizar la cuentas y asumir prioridades”. En este sentido, apuntó como “razonable” el objetivo de ‘déficit cero’ en el plazo de tres años. Y junto a ello, la “planificación estratégica de nuestro proyecto Euskadi 2020, con el Plan de Empleo y la estrategia 4i”, como vectores del crecimiento sostenible.
De cara al segundo tercio de la legislatura también eligió dos términos: realismo y esperanza. Realismo para reconocer que “en 2014 estamos dando los primeros pasos de la recuperación”, proceso largo por la diferente estructura económica vasca, respecto del Estado. Y esperanza, porque “los cimientos de la economía y de la política económica vasca son firmes” y porque “vivimos en paz”, destacó el lehendakari.
Ahora, enfatizó, “es momento de no desfallecer”, de “avanzar, de invertir y de crecer con confianza” y de mantener el “modelo de gestión de la empresa vasca”, finalizó Urkullu.
Previamente a la asamblea, se celebró un encuentro empresarial para debatir el papel de la empresa y del empresario como motores de la recuperación y el crecimiento económico. Moderados por el catedrático de Derecho Internacional, Juan José Alvarez, participaron el presidente del Grupo Taurus, Ramón Térmens; el presidente y fundador de EnovatingLab, Jon Azua; y el presidente del Grupo Vicrila, Luis Manuel Fernández.
Térmens aludió al “origen humanístico” de la crisis, que tiene nombres: “codicia, soberbia y pereza”. Y apeló a ser más “generosos con los que sufren”, más humildes como “base de la innovación” y a “trabajar un poco más”. Por su parte, Jon Azua abogó por un modelo vasco de relaciones laborales y resaltó el papel de los empresarios, como “verdaderos creadores de riqueza y empleo”. Por último, Luis Manuel Fernández apeló a concebir la empresa como un “ente vivo”, superando la visión meramente economicista y reconoció el papel de quienes deciden “arriesgar su dinero, su tiempo y su prestigio”.

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